sábado, 29 de noviembre de 2008

Entrevista a Fernando Buen Abad Domínguez

Entrevista a Fernando Buen Abad Domínguez, semiólogo mexicano
Hace falta una gran revolución cultural, informativa y comunicacional



Fernando Buen Abad Domínguez nació en México D.F. el 16 de diciembre de 1956. Es Doctor en Filosofía, Master en Filosofía Política, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y director de cine egresado de la Universidad de Nueva York, artista plástico, miembro de la Corriente Marxista Internacional y de la Fundación Federico Engels, vicerrector de la Universidad Abierta de México y de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Ha sido investigador y docente en diversas universidades Latinoamericanas. Ha publicado 17 libros de obra literaria y ensayos, entre los que se cuentan “Filosofía de la Imagen” y “Filosofía de la Comunicación”, “Imagen, Filosofía y Creación”. Entre las películas que ha realizado se cuentan “Cuando el Río Suena”, “Piantado” (basado en un tango de Astor Piazzola), “Curso para subir escaleras” (sobre un cuento de Julio Cortázar), “Noticias del Imperio” (realizada para homenajear el libro homónimo de Fernando del Paso), “Chicovanek-La construcción del nuevo sol”, una película basada en una leyenda maya, y recientemente el cortometraje “En defensa de la Revolución de Octubre”, producida por la Fundación Federico Engels.

Argenpress tuvo ocasión de hablar con él a través de su corresponsal en Centroamérica y el Caribe, Marcelo Colussi.

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Argenpress: Según una encuesta de la compañía estadounidense Gallup –nada sospechosa de socialista precisamente– el 85% de lo que un adulto urbano término medio "sabe" y repite acerca de política, valores, visión general de las cosas (digamos: ideología) proviene de la televisión. ¿A dónde nos lleva esta cultura de la imagen que pareciera llegada para quedarse?

Fernando Buen Abad Domínguez: Padecemos el gran embrollo de las mafias mercantiles trasnacionales que secuestraron las herramientas para la producción de la Comunicación y hay que expropiárselas, bajo todas las modalidades posibles, porque entre otras cosas sirven para censurar y asesinar al espíritu rebelde de los trabajadores y los pueblos, sus creaciones, enseñanzas y comunicaciones legítimas. Los mass-media mercantiles repiten un modelo de agresión alienante beneficiaria del capitalismo. Repiten un modelo mundial que es metralla ideológica de imágenes fabricadas con calibre diverso contra cualquier sujeto que, a estas horas, luche a cuatro puntos cardinales por sacudirse la hegemonía de la barbarie. Se trata de ejércitos mediáticos de las oligarquías armados con calumnias y con mentiras aceitadas a punta de corrupción y traición social. Con el ejército y la policía como garantía. Su alma burguesa asustada acentúa el tono nazi-fascista de su discurso. Tiran amenazas, advertencias, augurios apocalípticos. Tiran mentiras, odio, intransigencia y obscenidad sobre el imaginario colectivo, dicen que ellos son la "ley" y el "orden". Es de esperarse que a estas horas la agresión mediática histórica de las oligarquías esté pensando un plan que repita su manía represiva bajo la batuta de las bayonetas. Eso quieren para exhibirlo en sus "informativos", para ganar más anunciantes y para que el mundo sepa que triunfó una guerra mediática de desprestigio… Ellos quieren una masacre alienante con descargas de falacias a discreción contra los pueblos. Quieren una guerra ideológica profunda que arranque, del fondo de los corazones en lucha, el anhelo legítimo por liberarnos de los explotadores y los saqueadores. Quieren eternizar la explotación y el hurto. Para eso financian lo que sea con uñas y dientes mediáticos. Sólo que a estas horas los pueblos han decidido tomar otro rumbo.

Argenpress: Hay una cultura mediática impuesta por los factores de poder (del Norte capitalista, de blancos eurocéntricos, basada en el consumo como nuevo dios, verticalista y machista) que se ha extendido por todo el mundo, estandarizando –o pretendiendo estandarizar– toda la población global. Desde una posición de resistencia a esa invasión cultural (léase: posición de izquierda, o posición progresista en sentido amplio): ¿qué hacer?

Fernando Buen Abad Domínguez: Es imposible revitalizar el capitalismo y sus modos de imponernos su discurso, es inútil aferrarse a sus estructuras, sea de la manera que sea. Es preciso atreverse a cambiarlo desde sus logros mejores, es urgente impulsar un orden nuevo de abajo a arriba con la organización de trabajadores entusiasmados con dar un estirón fuerte, sensible e inteligente. Entre el mundo burgués y nosotros, trabajadores de la Comunicación, la ruptura está claramente establecida. No podemos engañarnos porque tal engaño es suicida. Es necesario un golpe letal contra la alienación, la mentira, el bloqueo mediático, el terrorismo mediático, la deformación de las conciencias, el mercadeo obsceno de las farándulas impunes, la vorágine de los buitres sobre los cerebros de los niños, la prostitución emocional y física de las mujeres, el desparpajo de los machismos discriminadores y racistas, la barbarie rentable de los milagreros mediáticos, curas, candidatos, ejecutivos de empresas… Hace falta una gran revolución cultural, informativa y comunicacional. No adelante de los pueblos, no encima, no escondida… sino al lado de sus luchas mejores. Es necesaria una semiótica revolucionaria que no se contente con “desmontar” el discurso sino que se disponga a ganar el territorio de la construcción de sentido, es decir: el sentido de la revolución socialista y mundial. Para eso hace falta la formación de cuadros, la toma de las herramientas, el diseño de una agenda nuestra.

Argenpress: La cultura de la imagen (televisión, internet, videojuegos, incluso la pantalla de los teléfonos celulares) da la sensación de haberse impuesto ya en la sociedad contemporánea de tal manera que pareciera imposible prescindir de ella. ¿Piensas que eso nos condena a esta visión "light" del mundo que conocemos en estos últimos tiempos, superficial e inmediatista, tal como se presenta en buena medida la imagen? ¿De qué manera podemos aprovechar las tecnologías digitales para dar otra propuesta más allá de lo que hoy día nos inunda? –"el mal gusto está de moda", dijo Pablo Milanés– ¿Es posible ello?

Fernando Buen Abad Domínguez: Nada de lo que el capitalismo ha impuesto es inamovible y, en particular, la tecnología con que se ayuda a hegemonizar su discurso es expropiable toda, se la puede aprovechar mientras tenga utilidad revolucionaria y se la pueda mejorar al servicio de las necesidades de la construcción socialista. No veo por qué no tales herramientas pasen a operar bajo control obrero, campesino... que no se olvide de la claridad política necesaria que depende de un programa revolucionario y permanente verdaderamente transformador y consensuado ampliamente, especialmente en el campo de la Guerra contra la Alienación. Para eso es preciso librar la batalla de las ideas, la revolución de la conciencia, la formación de cuadros y la organización social movilizada en todos los campos... el campo de la educación, de las ciencias, de las artes... Pienso en la necesidad de aprovechar todo lo que mejor ha producido el capitalismo y desde ahí continuar el desarrollo socialista de las herramientas, no fetichizarlas, no hacerles santuarios porque una vez que cambien las condiciones económicas, políticas e intelectuales seguramente cambiará el uso de las herramientas, su importancia coyuntural y su papel en el nuevo tejido social.

Argenpress: Es más fácil que se masifique y guste un show ramplón (los que muestran muchos pechos siliconados y concursos para ganarse una licuadora) o un periódico sensacionalista (estos que chorrean sangre) que otro tipo de mensajes, los que –quizá con una posición intelectual rigurosa– podríamos llamar "serios". ¿Por qué?

Fernando Buen Abad Domínguez: Las reglas de tal masificación y gusto de lo “ramplón” no tienen por base las necesidades, la calidad revolucionaria ni el interés emancipador de la clase explotada. Todas las ecuaciones del concepto de “éxito” burgués se basan en el monopolio de valores éticos y estéticos alienantes que, si bien se han posicionado con hondura en algunas personas y sectores, sólo pueden reinar impunemente con base en condiciones controladas desde la producción hasta la distribución y el consumo. Cuando esas ecuaciones se cambian, así sea en uno solo de sus factores, el modelo hegemónico cambia sensiblemente, lo reciente en sus bases. Ya hemos visto cómo en épocas de la mayor agresión mediática contra los pueblos, ha sido posible ver movilizaciones revolucionarias que lograron vacunase contra muchos de los tóxicos ideológicos burgueses. He ahí el caso de Venezuela, Bolivia, Cuba... Desde luego que no hay fórmulas lineales contra la alienación y que la emancipación de la conciencia tiene su dialéctica y sus tiempos atados a la movilización revolucionaria y a las necesidades concretas con que los pueblos se encuentran paso a paso. Por otra parte, y salvando muchos ejemplos excepcionales, algunos intentos intelectuales “rigurosos”, “serios” o “revolucionarios” no han sabido aprovecharse de los mejores logros de las tácticas y estrategias revolucionarias en comunicación por falta de recursos, experiencia o método. Y tales faltas ya constituyen un objeto de estudio muy importante del cual debemos aprender a obtener las mejores lecciones y auto-críticas. No obstante, no se puede crear un escenario polarizado porque bien sabemos cómo muchas experiencias de la prensa obrera, por ejemplo, han logrado, con sus aportes, generar avances tales que no pueden compararse con la mediocridad de los discursos burgueses en casi todas sus expresiones. Ha habido periódicos, volantes, muros canciones –por mencionar algunos casos– que, aún con limitaciones, han obtenido logros comunicacionales fundamentales. Un ejemplo paradigmático es la propia publicación del "Manifiesto Comunista" en su primera edición. En contraste, a diario podemos ver que millones de horas de televisión, millones de páginas de diarios... no han podido producir los efectos alienantes que quisieran sobre sus consumidores. La historia de la publicidad mercantil es antes que nada la historia de un dispendio descomunal plagado de fracasos.

Argenpress: Desde el campo de los grandes poderes que fijan la marcha del mundo –económica, política y culturalmente– sin ningún tapujo se habla de "guerra de cuarta generación", guerra mediático-psicológica. A veces, en el campo de la izquierda, tratando de hacer una comunicación nueva, pretendidamente revolucionaria, se cae en el panfleto mientras que la cultura masiva que se impone desde la más descarnada ideología de derecha (pensemos en Hollywood por ejemplo, o en la CNN), va ganando cada vez más terreno con un mensaje que penetra con mucha facilidad, agradable, seductor. ¿Cómo dar el combate en esta nueva modalidad de guerra?

Fernando Buen Abad Domínguez: Hay que ganar la Guerra Simbólica y para eso no serán los "comunicólogos" quienes hagan la revolución por sí mismos, serán los obreros y los campesinos –los trabajadores con conciencia de clase– organizados bajo un programa socialista –en el que no estará ausente una táctica y estrategia de Comunicación– quienes conduzcan la transformación hasta sus últimas consecuencias. Comunicación en la que ayuden los radialistas, los videoastas, cinéfilos, los periodistas, los informadores sociales... los escritores revolucionarios, los poetas... quienes estén llamados a sumarse en la lucha como un guerrero más, bajo crítica y autocrítica permanente, acompañante de los protagonistas y protagonista a su vez. No adelante, no arriba de los trabajadores, sino al lado, codo a codo, como trabajadores también. No se aceptan gurúes. Sin un programa político de Comunicación Revolucionaria para modificar radicalmente el paisaje de barbarie y miseria actual, es un programa para ganar las herramientas de producción comunicativa en manos de los trabajadores y hacia el socialismo, cualquier discurso es simplemente más de lo mismo. Demagogia, reformismo, burocracia o sectarismo que ya nos ha mostrado su incapacidad para impulsar el desarrollo de las fuerzas expresivas. En todos sus significados la producción desalienada de la Comunicación Revolucionaria, con sus lenguajes no alienados y no alienantes, supone la lucha por el trabajo no alienado y la posibilidad de participar libremente, y mundialmente, en la transformación de la sociedad toda. Supone un pie de igualdad en las condiciones de su producción, un acceso irrestricto a las herramientas de producción y la construcción de espacios, medios y modos para la exhibición libre de las propuestas y logros. Pero especialmente supone conciencia de las necesidades puesta en programas legitimados colectivamente para una Comunicación no sectaria, no iluminista y no burocrática de la creación y recreación de la Cultura. Sólo organizados los trabajadores podremos avanzar en esta lucha. La lucha de clases que (también) se libra con valores, con ideas y con signos… en la cabeza y en los corazones, es una pugna asimétrica de intereses que se confrontan históricamente por ganar el terreno de los imaginarios simbólicos donde se yerguen los principios, las ideas, los afectos… Es uno de los escenarios de la Batalla de las Ideas (que también debemos ganar). La guerra Simbólica es una Guerra añeja agudizada por la burguesía para tergiversar los valores sociales, para poner el mundo patas arriba, para hacer invisibles las cosas que realmente valen (como el trabajo) e imponernos como valiosas las mercancías y costumbres que la burguesía ha pergeñado para enriquecerse (aunque seamos nosotros quienes las producimos). Claro que es una Guerra apuntalada también con misiles, cañones, metralla y golpizas, claro que es una Guerra apuntalada con terrorismo financiero, chantaje inversionista y vampirismo bancario. Es preciso ganar la esta Guerra Simbólica, la Guerra contra la alienación, contra todo bloqueo mediático, exógeno y endógeno y producir los lenguajes nuevos de la revolución socialista capaz de aniquilar todo sometimiento de la conciencia, del estómago, del trabajo.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA SOCIEDAD DE CONSUMO: ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS

LA SOCIEDAD DE CONSUMO: ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS: "'Contribuciones a la Economía' es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

LA SOCIEDAD DE CONSUMO: ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS

Ana Carrasco Rosa (CV)
Universidad de Jaén
ancarosa590@hotmail.com

Resumen
A través de este trabajo pretendemos realizar una crítica a la actual sociedad de consumo y a los efectos que ella produce, tanto en los individuos como en la sociedad en general.
En primer lugar, exponemos su origen y las circunstancias históricas que hicieron posible su aparición, así como sus características diferenciadoras; seguidamente, se pone de manifiesto el influyente papel que la publicidad en ella ejerce. Por último, y por medio de una pregunta abierta, se exponen las conclusiones finales.

Palabras clave: Consumo, deseo, moda, necesidad y publicidad.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Carrasco Rosa, Ana : “La sociedad de consumo: origen y características' en Contribuciones a la Economía, enero 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/



1.- INTRODUCCIÓN

La demanda, en definitiva el consumo, ha cambiado a lo largo de la historia, tanto es así, que podemos afirmar que fue a partir de la crisis de los 70"

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Textos originales: Consumo actual y concepción naturalista de las necesidades

Textos originales: Consumo actual y concepción naturalista de las necesidades

:: Asociación Civil Diagonal :: Una oportunidad de reinserción laboral y social

:: Asociación Civil Diagonal :: Una oportunidad de reinserción laboral y social: "Periódico Diagonal




Sociedad de consumo, sociedad consumida
Publicado 1 de Septiembre de 2004.


Algunos lo hacen por terapia. Otros por placer. Y la gran mayoría, por necesidad. Lo cierto es que, desde que el mundo es mundo (o casi) el consumo forma parte de la vida diaria.
Por Ariel Alberto Neumann
Concientemente o no, aun antes de salir de casa ya estamos consumiendo luz, agua, gas, teléfono y, por qué no, ropa y alimentos. Ni hablar de cuando ponemos un pie en la vereda. El kiosco, el colectivo, el tren, el supermercado.

Hace poco más de diez años, casi un siglo después de su conformación como sociedad de consumo, la Argentina incorporó la ley de defensa del consumidor.
El balance arroja un caudal importante de reclamos presentados por fallas en los servicios, publicidades engañosas y sobrefacturación. Sin embargo, el número no se condice con la infinidad de irregularidades que se da en el mercado minorista de la compra venta.
Aún así, los entendidos afirman que presentar una demanda por un problema de consumo se ha vuelto tan habitual como tramitar una sucesión, un divorcio o un desalojo, y la tendencia es acompañada por sentencias cada vez más fav"

Sociedad de consumo


De Wikipedia, la enciclopedia libre

Sociedad de consumo, o sociedad de consumo de masas, es un término utilizado en economía y sociología, para designar al tipo de sociedad que se corresponde con una etapa avanzada de desarrollo industrial capitalista y que se caracteriza por el consumo masivo de bienes y servicios, disponibles gracias a la producción masiva de los mismos.

El concepto de sociedad de consumo está ligado al de economía de mercado y, por ende, al concepto de capitalismo, entendiendo por economía de mercado aquella que encuentra el equilibrio entre oferta y demanda a través de la libre circulación de capitales, productos y personas, sin intervención estatal.

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Surgimiento [editar]

Históricamente, podríamos señalar dos momentos para la transformación de la sociedad capitalista industrial en una sociedad de consumo de masas:

  • Primero, en las últimas décadas del siglo XIX, se combinó por un lado, la unificación de Italia, y sobre todo de Alemania, y por otro, el aldabonazo que supuso la Comuna de París (todo ello en 1870-71); si lo primero disparó el crecimiento mercantil, industrial y científico técnico (Segunda Revolución Industrial), lo segundo contribuyó a que se establecieran legislaciones que hicieron aumentar los salarios, y ya con la conciencia de que el desarrollo de la demanda interna permitía el crecimiento del beneficio. Quizá es más frecuente señalar como hito la aplicación de la cadena de montaje a la fabricación de automóviles, por Henry Ford en 1909, lo que permitió el abaratamiento del producto final; pero sería mejor considerarlo un ejemplo, muy visible, de un proceso mucho más amplio.
  • Después, como reacción a la Depresión de 1929, se fueron imponiendo políticas basadas en las teorías de J. M. Keynes, que promovieron un aumento constante de la demanda de los consumidores privados; estas políticas se generalizaron en el mundo capitalista en las décadas de los 1950 y 1960.

Crítica [editar]

Si por un lado, hay quien afirma que la discusión sobre la bondad o maldad de la sociedad de consumo es más de carácter ético o ideológico que estrictamente económico, en cuanto que la sociedad de consumo no sería sino un estadio avanzado de las sociedades industrializadas con el objeto de cubrir las necesidades y deseos de los consumidores; por otro hay quien señala que si la economía es la ciencia encargada de satisfacer las necesidades humanas con los recursos disponibles, es un problema económico de primer orden plantear en qué medida la sociedad de consumo cubre nuestras necesidades, o bien destina muchos recursos valiosos a satisfacer deseos fútiles, y a stocks invendibles, mientras deja sin cubrir necesidades fundamentales.

Una de las críticas más comunes sobre la sociedad de consumo es la que afirma que se trata de un tipo de sociedad que se ha "rendido" frente a las fuerzas del sistema capitalista y que, por tanto, sus criterios y bases culturales están sometidos a las creaciones puestas al alcance del consumidor. En este sentido, los consumidores finales perderían las características de ser personas humanas e individuales para pasar a ser considerados como una masa de consumidores a quienes se puede influir a través de técnicas de marketing, incluso llegando a la creación de "falsas" necesidades entre ellos.

Desde el campo ambientalista, la sociedad de consumo se ve como insostenible, puesto que implica un aumento constante de la extracción de recursos naturales, y del vertido de residuos, hasta el punto de amenazar la capacidad de regeneración por la naturaleza de esos mismos recursos imprescindibles para la supervivencia humana.

Desde el punto de vista de la desigualdad de riqueza internacional, se ha señalado también que el modelo consumista ha conducido a que las economías de los países pobres se vuelquen en la satisfacción del enorme consumo de las sociedades más industrializadas, mientras pueden dejar de satisfacer necesidades tan fundamentales como la alimentación de sus propias poblaciones, pues el mercado hace que se destinen los recursos a satisfacer a quienes pagan más dinero.

Los dos enfoques anteriores se combinan a la hora de señalar que, si la mayoría de la población mundial alcanzara un nivel de consumo similar al de los países industrializados, recursos de primer orden se agotarían en poco tiempo, lo que plantea serios problemas económicos, éticos y políticos.

La sociedad de consumo no sólo se refiere al consumo de bienes sino también al de servicios, dado que cada vez tiene más importancia en las sociedades desarrolladas el consumo de servicios; fruto, fundamentalmente, de la mayor disponibilidad de renta y tiempo libre. En este sentido, la crítica a este tipo de sociedades viene dada por el efecto de manipulación de la información, al objeto de "moldear" al consumidor para convertirlo en el "consumidor ideal" que pretenden las empresas que tienen el poder de hacerlo.

Por último, una de las mayores críticas a la sociedad de consumo viene de quienes afirman que ésta convierte a las personas en simples consumidores y que el sistema lo que propicia no es un intercambio de dinero por placer, sino que el placer se encontraría en el mero hecho del consumo en sí mismo.

Defensa [editar]

Para algunos de los defensores de la sociedad de consumo, como G. Katona y W. Rostow, el consumo de masas -la sociedad de consumo- es consecuencia del alto desarrollo al que han llegado determinadas sociedades y se manifiesta en el incremento de la renta nacional. A su vez, posibilita que un número cada vez mayor de personas adquiera bienes cada vez más diversificados. De esta forma, facilitando el acceso a una mayor cantidad y calidad de productos por una parte cada vez mayor de la sociedad, se estaría produciendo una mayor igualdad social.

Sociología y consumo [editar]

Desde el punto de vista de la sociología, el consumo queda definido como “el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos o servicios”. Productos o servicios que pueden estar a disposición del consumidor en cualquier parte y que pueden ser consumidos de distintas maneras. El simple hecho de la existencia de los productos o servicios los transforma en potencialmente consumibles y da a todos los consumidores el derecho legítimo de aspirar a tenerlos.

Es el dinero el que permite el consumo, pero cada vez es necesario menos dinero, ya que la producción en masa, así como las imitaciones, han hecho posible que personas que no pertenecen a las élites puedan tener acceso a productos o servicios similares.

El consumo implica relaciones de posesión, de dominación, pero también de imitación, siendo el mimetismo cultural un móvil importante para el consumo aún cuando el consumo es una elección consciente de cada persona y depende de su cultura. Y aunque la persona no pueda comprar los bienes, la sola ilusión de que puede llegar a hacerlo, el simple consumo visual, proporciona placer y hacen que la persona se sienta partícipe de este mundo.

La sociedad de consumo es un estadio del proceso de industrialización que acorta la vida de los productos, convirtiéndolos en obsoletos; el consecuente desarrollo de la tecnología los sustituye por otros más avanzados o con más y mejores prestaciones.

El análisis de los factores de producción desde un punto de vista contable, con una Matriz de contabilidad social, completa más el estudio de la sociedad de consumo.

Bibliografía [editar]

  • Marinas, José Miguel. “Paisaje primitivo del consumo: alegoría frente a analogía en los Pasajes de Benjamin.” La balsa de la Medusa, nº 34. 1995. pp. 7-26.
  • “El mito de la objetividad en la cultura del mercado.” Daimon. Revista de Filosofía. Nº 24. Septiembre-diciembre, 2001. Universidad de Murcia. Depto de Filosofía. pp. 41-51.
  • “El malestar en la cultura del consumo.” Rev. Política y Sociedad. Vol. 39. Nº 1. 2002. Fac. Ciencias Sociales y Políticas. Universidad Complutense de Madrid. pp. 53-67.
  • “Simmel y la cultura del consumo.” REIS, nº 89. Enero-marzo 2000. pp. 183-218.
  • La fábula del bazar. Orígenes de la cultura del consumo. Madrid. A. Machado libros. 2001.
  • “El cuerpo del consumo.” En Rev. El rapto de Europa. Nº 1. Diciembre 2002.
  • Retamal, Christian. “Luchas utópicas y paraísos triviales. Sobre la colonización del imaginario utópico por el consumo.” Rev. “El rapto de Europa”. Nº 1. Madrid. 2002. (Monográfico Sociedad de consumo) Disponible en [1]

Consumo


De Wikipedia, la enciclopedia libre

Monedas y billetes

Consumo (del latín: cosumere que significa gastar o destruir) es la acción y efecto de consumir o gastar, bien sean productos alimenticios y otros géneros de vida efímera, bien energía, entendiendo por consumir como el hecho de destruir, utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos, o gastar energía o un producto energético.

En términos puramente económicos se entiende por consumo la etapa final del proceso económico, especialmente del productivo, definida como el momento en que un bien o servicio produce alguna utilidad al sujeto consumidor. En este sentido hay bienes y servicios que directamente se destruyen en el acto del consumo, mientras que con otros lo que sucede es que su consumo consiste en su transformación en otro tipo de bienes o servicios diferentes.

El consumo, por tanto, comprende las adquisiciones de bienes y servicios por parte de cualquier sujeto económico (tanto el sector privado como las administraciones públicas). Significa satisfacer las necesidades presentes o futuras y se le considera el último proceso económico. Constituye una actividad de tipo circular en tanto en cuanto que el hombre produce para poder consumir y a su vez el consumo genera producción.

Para el antropólogo García-Canclini el consumo es «el conjunto de procesos socioculturales en los que se realizan la apropiación y los usos de los productos»

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El concepto de consumo en macroeconomía [editar]

El concepto consumo también se emplea en macroeconomía ya que interviene en el cálculo del Producto Nacional Bruto (PNB). Para ello se tiene en cuenta:

  • Consumo privado. Valor de todas las compras de bienes y servicios realizados por las unidades familiares, las empresas privadas y las instituciones privadas sin ánimo de lucro. Se incluye en su cálculo la remuneraciones en especie recibidas por los asalariados, la producción de bienes para autoconsumo y el valor imputado por las viviendas ocupadas por sus propietarios. Se excluyen las compras de tierra y edificios para viviendas.
  • Consumo público: Valor de todas las compras y gastos que realizan las administraciones públicas en el desempeño de sus funciones y objetivos.

Determinantes del consumo [editar]

Los estudios económicos muestran que la renta es el principal determinante del consumo y del ahorro. Los ricos ahorran más que los pobres, tanto en términos absolutos como en términos porcentuales. Las personas muy pobres no pueden ahorrar nada; más bien, si tienen alguna riqueza o pueden pedir préstamos, tienden a desahorrar. Es decir, tienden a gastar más de lo que ganan, reduciendo así el ahorro acumulado o endeudándose más. Esta es básicamente la teoría expuesta por Keynes

Profundizando en esta influencia se pueden analizar las principales fuerzas que afectan al gasto de los consumidores. Los factores de la vida y la subsistencia de un país que determinan el ritmo de su gasto de consumo.

Renta absoluta [editar]
  1. La renta disponible de cada año. El postulado básico de esta teoría de la renta absoluta es que el consumidor individual determina qué parte de su renta actual va destinar al consumo basándose en el nivel absoluto de esa renta. A igualdad de otros factores, un aumento de la renta absoluta conducirá a una disimución de la proporción de renta dedicada al consumo.

Estadísticamente se ha comprobado que la renta y el consumo son variables que avanzan conjuntamente. A título de ejemplo si se observa lo ocurrido en Estados Unidos a lo largo del periodo posterior a la crisis de 1929 hasta el siglo XXI muestra en qué grado ha seguido el consumo a la renta anual disponible. La única etapa en la que la renta y el consumo no variaron al unísono fue durante la Segunda Guerra Mundial, en la que escasearon y se racionaron los bienes y se instó a los ciudadanos a ahorrar para contribuir al esfuerzo bélico. Tanto la observación como los estudios estadísticos muestran que el nivel de renta disponible anual es el factor más importante que determina el consumo de un país.

Renta permanente y el modelo del consumo basado en el ciclo vital. [editar]

La teoría más sencilla del consumo sólo utiliza la renta de cada año para predecir los gastos de consumo. Algunos autores han mostrado que los individuos basan su gasto de consumo de un año tanto en las tendencias de la renta a largo plazo como en la renta disponible de ese año.

Mencionemos algunos ejemplos. Si una familia sufre una pérdida inesperada en la renta a causa por ejemplo, del cierre de a fábrica o de un incendio, este elemento se considera como una renta transitoria negativa y reduce su renta normal por debajo de su renta permanente. Es de esperar que las adiciones o sustracciones inesperadas de renta se compensen a lo largo del periodo relevante para la renta permanente. Como los estudiantes de medicina tienen razones para pensar que percibirán unos elevados ingresos profesionales en el futuro, desahorran pidiendo préstamos para consumir mientras son jóvenes. En estas circunstancias, los consumidores adoptan una visión a largo plazo y se preguntan: «¿es la renta de este año temporalmente alta o baja? Dada mi renta actual y futura, ¿qué nivel de consumo puedo mantener durante varios años sin endeudarme excesivamente?»

La evidencia indica que los consumidores suelen elegir sus niveles de consumo con la vista puesta en las perspectivas tanto de la renta que tienen en cada momento como de la renta a largo plazo. Para comprender que el consumo depende de las tendencias de la renta a largo plazo, los economistas han desarrollado la teoría de la renta permanente y la hipótesis del ciclo vital:

  • La renta permanente es el nivel de renta que percibiría una economía doméstica cuando se eliminan las influencias temporales o transitorias, como la climatología, un breve ciclo económico o unos beneficios o pérdidas extraordinarios. Según la teoría de la renta permanente, el consumo responde principalmente a la renta permanente. Este enfoque implica que los consumidores no responden de la misma manera a todas las perturbaciones de la renta. Si una variación de la renta parece permanente (por ejemplo, en el caso de un ascenso a un puesto de trabajo seguro y bien remunerado), los consumidores tienden a consumir una gran parte del aumento de la renta. En cambio, si la variación es claramente transitoria (por ejemplo, si se debe a una prima salarial percibida una sola vez o a una buena cosecha), es posible que se ahorre una parte significativa de dicha variación.
  • La hipótesis del ciclo vital supone que los individuos ahorran para uniformar la cantidad de consumo a lo largo de toda su vida. Un importante objetivo es tener una renta suficiente para la jubilación. De ahí que tiendan a ahorrar mientras trabajan con el fin de tener una determinada cantidad de dinero acumulado para la jubilación y gastarlos entonces en esos años. Esta hipótesis implica que un programa como la Seguridad Social, que ofrece una generosa renta complementaria para la jubilación, reduce el ahorro de los trabajadores de edades intermedias, ya que no necesitan ahorrar tanto para la jubilación.
  • La riqueza y otras influencias. Otro importante determinante de la cantidad de consumo es la riqueza. Consideremos el caso de dos consumidores, que ganan ambos 25.000€ al año. Uno tiene 100.000€ en el banco, mientras que el otro no tiene ningún ahorro acumulado. El primero puede consumir parte de su riqueza, mientras que el segundo no tiene riqueza alguna a la que recurrir. El hecho de que la mayor riqueza provoque un mayor consumo se denomina efecto riqueza.

Normalmente, la riqueza no varía rápidamente de un año a otro, por lo que el efecto-riqueza raras veces provoca grandes variaciones en el consumo. Sin embargo, de cuando en cuando hay excepciones. Cuando las bolsas de valores cayeron después de 1929, se vinieron abajo las fortunas y los grandes accionistas se empobrecieron de la noche a la mañana. Muchos ricos se vieron obligados a reducir su consumo. Del mismo modo, cuando se dispararon las cotizaciones de la bolsa a mediados de los años ochenta y se triplicó la riqueza de muchas personas después de 1982, probablemente el consumo se vio fomentado por la afluencia de riqueza que percibió la gente.

En España también tenemos un ejemplo del efecto riqueza causado por el incremento de los precios de los inmuebles en los primeros años del siglo XXI que junto a otros factores ha creado un auge del consumo, especialmente de determinados bienes.

Renta relativa [editar]

Esta teoría establece que la parte de la renta de una familia dedicada al consumo depende del nivel de su renta relativa frente a la renta de las familias vecinas o de otras familias con las que aquella se indentifica y no del nivel absoluto de la renta de la familia. Esta teoría desarrollada por Duesenberry trata de recalcar el carácter imitativo o emulativo del consumo.

La revolución del consumidor


Los cambios sociales han modificado el perfil de los compradores y sus exigencias

Thaïs Gutiérrez ADN | 12/05/2008 | 1 comentarios | + 2 - 1 (3 votos)

Una joven en una tienda.

La tienda del futuro no será un espacio ultratecnológico, con ordenadores en vez de dependientes y frutas artificiales. Al contrario, será un espacio más humano, más cercano al consumidor y más dedicado a satisfacer sus necesidades, según un estudio de la consultora TNS. Tiendas con guarderías, con bancos para la gente mayor, carros con GPS, más información y mejor repartida y una ambientación cálida serán las características de los supermercados del futuro.

Según el director general mundial de TNS Worldpanel, Josep Montserrat, hay tres grandes factores que han cambiado la forma de comprar de la sociedad española: "La llegada masiva de inmigrantes, el envejecimiento de la población y el aumento de hogares unipersonales".

Sector en alza

Montserrat pronostica que en 2012 habrá 3 millones más de consumidores en España, con necesidades muy distintas de las actuales, y está previsto que el sector crezca un 17% en los próximos años. "Hay que saber dar respuesta a estas necesidades", destaca. Los consumidores del futuro "no van a querer perder tiempo en las tiendas",y eso ya se refleja porque la fragmentación de la compra ha caído un 7%. Además, la crisis alimentaría que se está viviendo y el progresivo encarecimiento de los precios influirá mucho en los comercios, que deberán aprender a sobrevivir ante la creciente escasez de algunos productos básicos.

LAS CIFRAS

El 17,6% es el crecimiento estimado para el sector de la alimentación en España a lo largo de los próximos cinco años. Desde 2002 hasta 2007, el sector creció un 23%.

Un 7% ha caído en España la frecuencia de compra, lo que significa que los consumidores acuden cada vez menos a las tiendas y cuando van no quieren perder tiempo

EL APUNTE

Nuevos problemas para el pequeño comercio

La desaceleración de la economía española está provocando una caída del consumo familiar. Este dato está castigando mucho a los pequeños comercios que, desde el pasado mes de enero, han reducido sus ventas hasta un 4,8% frente a los datos del año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Se trata del segundo mes en números rojos para los pequeños comerciantes después de 20 meses seguidos de bonanza.

El descenso más destacado se ha producido en los productos no alimenticios, que han bajado un 2,4%, mientras que los de alimentación no han registrado variaciones.

LA TIENDA IDEAL

1 Agilizar la compra. La tienda del futuro deberá facilitar al máximo la compra, para evitara los clientes pérdidas de tiempo. Un ejemplo claro es gestionar mejor las colas.

2 Carros inteligentes. Una de las grandes innovaciones que podría traer el futuro son los carros con GPS para orientarse y con una calculadora para saber lo que se lleva gastado.

3 Áreas de descanso. Para la gente mayor, sobre todo, los consumidores piden zonas en las que uno se pueda sentar un rato, o incluso tomar un café.

4 Guarderías. Una de las grandes reivindicaciones es que las grandes superficies tengan una zona vigilada para dejara los niños mientras los padres hacen la compra.

5 Ayuda. Otro de los servicios que puede tener la tienda del futuro es un plan de ayuda a los clientes para cargar la compra pesada hasta casa o el coche, sin penalización económica.